El final del periodo de vacaciones escolares representa el regreso a una rutina estable. ¿Qué beneficios aporta la vida cotidiana a niños y familias?
Indice
1. Estabilidad
La gestión del tiempo incide directamente en el plano emocional. La rutina cotidiana aporta una referencia clara en torno a la programación de los días durante la mañana, la tarde y la noche.
2. Aprendizaje
La vuelta a la rutina, en consecuencia, significa el reencuentro con una agradable zona de confort que aporta estabilidad a niños y familias. Crea una base muy positiva para el aprendizaje, la superación personal y la evolución.
3. Relaciones sociales estables
El verano modifica de forma significativa el escenario habitual de muchas familias. El regreso a la rutina, por el contrario, permite establecer un contacto frecuente con amigos, vecinos y familiares. Es decir, los niños tienen la oportunidad de jugar con sus compañeros de clase sin sentir la distancia que puede llegar a producirse durante las vacaciones. Del mismo modo, las familias pueden estrechar la comunicación y los vínculos de colaboración en la rutina que gira en torno a la vida académica.
4. Mejora la calidad del sueño
Los cambios experimentados durante las vacaciones pueden alterar rutinas esenciales como el descanso. El escenario habitual, por el contrario, mejora la calidad del sueño en niños y adultos. El mes de septiembre puede representar el reencuentro con horarios y rutinas que se echan de menos después de dos meses de vacaciones escolares.
5. La rutina habitual reduce las comparaciones interpersonales
La rutina habitual tiende a unificar el estilo de vida de las familias en aspectos importantes. Durante la celebración de las vacaciones de verano, por el contrario, se producen diferencias significativas en planes, actividades y viajes que pueden alimentar el riesgo de que los niños se comparen con los demás (una comparación que también impacta en las propias familias).