Rusia promete avances en Ucrania, pero los analistas prorrusos dudan
El Vladímir Putin y su Estado Mayor pusieron sobre la mesa una promesa ambiciosa: romper las defensas ucranianas en tan solo dos o tres meses. Pero ya estamos en noviembre y el Frente de Ucrania sigue prácticamente estancado.
Desde el Kremlin lanzan mensajes de victoria inminente, afirmando que ciudades como Pokrovsk (en Donetsk) y Kúpiansk (en Járkov) están a punto de caer. Según medios rusos independientes, los generales le han asegurado a Putin que esas “conquistas decisivas” están a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, la realidad en el terreno pinta distinto:
El avance de las tropas rusas es lento, costoso y plagado de obstáculos.
Los drones han convertido la primera línea de combate en una “zona gris mortal”, donde tanto rusos como ucranianos sufren graves dificultades para avanzar o consolidar posiciones.
Y aunque los analístas del lado prorruso habían respaldado en público esperanzas de avance rápido, hoy muestran dudas internas y critican la falta de resultados.
¿Por qué tanta promesa y tan poco resultado?
El escenario se explica en buena parte por tres factores clave:
Presión política desde arriba: Putin exige resultados. Su narrativa de victoria necesita territorios, no solo titulares.
Problemas logísticos y tecnológicos: Los drones, la guerra de desgaste, las posiciones fortificadas ucranianas… todo complica el avance ruso.
Desconfianza creciente entre comentaristas y milbloggers prorrusos: Algunos incluso han cuestionado abiertamente los mapas y los informes que el propio Estado Mayor ruso presentó como “éxitos”
El caso de Pokrovsk: foco del conflicto
Pokrovsk se ha convertido en símbolo de esta tensión entre discurso y terreno.
Es una ciudad clave para el suministro del frente oriental ruso, y lleva meses bajo sitio.
Algunos analistas independientes rusos afirman que “casi toda la ciudad está bajo control ruso” y que pronto cae que “no está rodeada, sino bloqueada”, Volodímir Zelenskir su parte, el presidente ucrania, declaró que el enemigo no ha tenido éxito en los últimos días, lo que deja ucraniano disputa gran parte de la narrativa oficial rusa.
¿Qué significa todo esto en el tablero de la guerra?
Por un lado, si Rusia logra finalmente tomar Pokrovsk (o Kúpiansk), sería sin duda un golpe moral y estratégico. Pero por otro lado:
El hecho de que aún no lo haya conseguido deja al descubierto la limitación de su ofensiva.
Para Ucrania, aunque resista, estos puntos siguen siendo amenazas muy reales.
Para la comunidad internacional, el hecho de que Rusia no avance al ritmo “prometido” podría abrir nuevos escenarios diplomáticos o tácticos.
Y para los observadores rusos, la decepción empieza a asomar: la narrativa de victoria rápida se enfrenta con la realidad de una guerra de desgaste donde ninguna de las partes alcanza una victoria decisiva aún.
¿Y ahora qué? ¿Qué podría pasar en los próximos meses?
Algunas opciones que se barajan:
Rusia podría intentar una nueva movilización o relanzar ofensivas ampliadas para forzar avances más visibles.
Ucrania mantiene la esperanza de frenar o revertir avances, pero reconoce que el frente será prolongado.
El bando ruso seguirá usando la retórica de “victoria inminente” para mantener cohesión interna y apoyo, aunque el terreno cueste otros meses.
Las presiones internacionales podrían aumentar, tanto para que Rusia logre resultados concretos como para que Occidente refuerce su apoyo a Ucrania.
En definitiva: la guerra sigue siendo larga, complicada y llena de promesas que chocan con el terreno. Putin exige conquistas, pero los resultados son lentos y los analistas —incluso dentro del mundo pro-ruso— empiezan a expresar reservas. Ese desajuste entre lo que se promete y lo que se logra podría convertirse en un problema estratégico para Moscú si no logra avances tangibles pronto.