Cada historia familiar es totalmente única. Por ello, el proceso de la crianza está alineado con objetivos que son propios de cada familia. Sin embargo, es habitual cometer el error de tomar decisiones desde la improvisación, sin establecer criterios claros en torno a qué es lo verdaderamente importante. Hoy te damos cinco consejos para establecer objetivos en la crianza.

1. Metas prioritarias y secundarias

No todos los propósitos tienen el mismo nivel de relevancia. Es recomendable establecer un orden para no confundir lo secundario con lo esencial. Reflexiona sobre aquello que es verdaderamente significativo a largo plazo.

2. Qué estilo de crianza quieres aplicar

Padres y madres tienen la posibilidad de informarse sobre distintos estilos de crianza para determinar cuál es aquel que se ajusta a su propio punto de vista. Los objetivos marcados pueden estar en conexión con el estilo elegido.

3. Analiza el contexto

Un objetivo puede ser viable en otro momento pero parecer inalcanzable en un contexto determinado. Ten en cuenta que debe existir una conexión entre el escenario actual y el propósito deseado. Por tanto, define los objetivos de crianza a corto, medio y largo plazo. Todos ellos están directamente relacionados: las metas más próximas te acercan a aquellas que están más lejanas.

4. Reflexiona sobre el porqué y el para qué de cada objetivo

¿Cómo profundizar en torno a la conveniencia de un principio? Por ejemplo, puedes profundizar en la razón por la que consideras que su cumplimiento es relevante. Del mismo modo, delibera sobre cuál es la finalidad del objetivo marcado. Vincula los objetivos con su verdadero sentido: la educación infantil y el desarrollo integral del menor.

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5. Escribe los objetivos de crianza

La rutina familiar está marcada por la transformación y los cambios. Por ello, escribe los objetivos de crianza para analizarlos con más distancia. Los objetivos no tienen por qué mantenerse estáticos a lo largo del tiempo. Pueden modificarse y actualizarse.