Estados Unidos contempla acción militar en México
¿Cooperación o intromisión disfrazada?

El fantasma de la intervención extranjera vuelve a rondar México. De acuerdo con un reporte de NBC News, el gobierno de los Estados Unidos estaría analizando la posibilidad de emprender operaciones militares en territorio mexicano con el supuesto propósito de combatir a los cárteles del narcotráfico, particularmente aquellos vinculados al tráfico de fentanilo hacia territorio estadounidense.
La revelación ha encendido alarmas en ambos países. Mientras sectores del Congreso norteamericano —principalmente legisladores republicanos— presionan por una respuesta “más agresiva” frente al narcotráfico, en México crece el rechazo a lo que muchos consideran un acto de intromisión en asuntos internos.
Presión política y retórica de fuerza
En los últimos meses, figuras del Partido Republicano han impulsado iniciativas para designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que abriría la puerta a operaciones militares bajo justificación legal de seguridad nacional.
Estas posturas, aunque populares entre ciertos sectores conservadores en EE. UU., tensionan aún más la relación bilateral y reavivan los ecos del intervencionismo histórico que México ha padecido.
Detrás del discurso “antinarco”, analistas advierten un interés político más que humanitario: el tema del fentanilo se ha convertido en una herramienta electoral, donde culpar a México resulta más rentable que asumir la crisis de consumo y salud pública dentro de Estados Unidos.
México responde: soberanía no negociable
El gobierno mexicano, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido enfático: ninguna fuerza armada extranjera puede actuar dentro del país sin violar la Constitución.
Desde Palacio Nacional se insiste en que la cooperación en materia de seguridad debe ser de igual a igual, sin imposiciones ni amenazas veladas.
Aun así, expertos en relaciones internacionales advierten que el solo hecho de que Washington considere la posibilidad de una incursión militar revela un deterioro preocupante de la confianza bilateral, además de una narrativa cada vez más agresiva hacia América Latina.
El doble discurso de Washington
Paradójicamente, mientras EE. UU. exige más acción a México, su propio mercado de consumo sigue siendo el motor del narcotráfico.
El tráfico de armas desde el norte y la falta de control interno sobre opioides sintéticos son factores que alimentan la misma crisis que hoy se pretende “resolver” con operaciones militares.
En palabras de un analista consultado por Reactor92, “el problema del fentanilo no se soluciona con helicópteros ni marines, sino con políticas de salud pública y cooperación real entre ambos países”.
El riesgo de una escalada diplomática
De concretarse una medida de este tipo, las consecuencias diplomáticas serían profundas. México podría revisar acuerdos de cooperación en seguridad, incluyendo el Entendimiento Bicentenario, que sustituyó a la Iniciativa Mérida.
Además, una incursión militar unilateral sería interpretada como una violación directa de la soberanía mexicana, con repercusiones en toda la región latinoamericana.
Seguridad o pretexto
La supuesta intención de Estados Unidos de llevar a cabo una “operación militar limitada” en México plantea una pregunta de fondo:
¿busca realmente combatir al crimen organizado o fortalecer su posición política interna a costa de la soberanía de un país vecino?
Mientras tanto, los cárteles continúan operando, el flujo de armas sigue cruzando la frontera y el discurso de “seguridad hemisférica” se convierte, una vez más, en una narrativa conveniente para justificar la intervención.