Cuándo echar la sal a la carne, si durante el cocinado o después, alcanza niveles existenciales casi como el ser o no ser de Hamlet. Lo que está claro sobre la sal añadida es que cuanta menos, mejor. Y es que la sal no es mala para la salud, pero su consumo debe ajustarse a nuestras necesidades y no debemos ingerirla en exceso para evitar la hipertensión, la retención de líquidos o los problemas renales.

Antiguamente la sal era un bien tan preciado que incluso se pagaba con ella, de ahí la palabra salario. Sin embargo, el uso de la sal como condimento ha ido aumentando a lo largo de los siglos hasta el punto al que hemos llegado hoy en día: ingerirla de más.

Es cierto que la sal o cloruro sódico es fundamental para nuestro organismo porque contiene sodio, un mineral necesario para el equilibrio de los fluidos corporales. Ese consumo de sodio se realiza principalmente a través de la dieta, en alimentos que directamente lo contienen, como los pescados y mariscos o las carnes, ¡pero también con la sal del salero!

Si estás haciendo un guiso, añade la sal al final del todo, ese es el mejor momento. Existe un riesgo claro si lo haces antes; puedes pasarte con la cantidad y como el agua de los alimentos se evaporará y se concentrarán los sabores ¡ya no habrá marcha atrás!

Añádela también al final si estás cocinando a la plancha o, incluso, justo antes de servir. Lo único que consigues echando sal a un filete mientras se cocina de este modo es que este suelte su agua. Y de esta forma, en vez de cocinarse a la plancha ¡se cocerá! Es decir, añadir la sal al final no solo sirve para reducir su consumo, sino también para mantener la jugosidad de la pieza.

Reducir la sal que añadimos con el salero y ser prudentes a la hora de cocinar es posible. Solo tenemos que seguir estas cinco normas:

  • Evitar tener el salero de la mesa. En ese caso, echaremos la sal directamente al plato y es muy probable que pequemos pasándonos.
  • Ser creativos utilizando especias que hagan sabrosos los platos. Tenemos muchísimas a nuestra disposición.
  • Añadir alimentos ácidos que estimulen los sabores, como por ejemplo la ralladura y el zumo de los cítricos.
  • Cocinar con colores. ¡Comemos con la vista! Alrededor del 80 % de la experiencia sensorial de comer llega por los ojos. Combina alimentos de varios colores en un mismo plato.
  • Añadir la sal en el momento adecuado, es decir, al terminar de cocinar los alimentos.