
El estado de Chihuahua enfrenta una escalada alarmante en los métodos de operación del crimen organizado. La reciente detección de cámaras de vigilancia instaladas por grupos criminales en distintos puntos estratégicos de la ciudad pone en evidencia el control territorial que estas organizaciones ejercen sobre las zonas urbanas y rurales. Este fenómeno, lejos de ser nuevo, se ha agudizado ante la inacción de las autoridades, generando un entorno de impunidad y miedo.
Indice
Expansión del crimen organizado mediante videovigilancia ilegal
Los cárteles han adoptado nuevas tecnologías para fortalecer su dominio. A través de sistemas de videovigilancia clandestinos, monitorean movimientos de civiles, fuerzas de seguridad y miembros de grupos rivales. Estas cámaras, conectadas a redes privadas con servidores encriptados, permiten una supervisión constante, dificultando las operaciones policiacas y fortaleciendo sus actividades ilícitas.
Zonas de instalación más comunes
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Entradas y salidas de colonias clave
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Puentes y carreteras federales
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Proximidades de bases militares o cuarteles policiacos
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Cruces fronterizos y rutas de trasiego
Esta red de vigilancia paralela convierte a los grupos delictivos en un poder de facto, con capacidad de anticipar acciones del Estado y de intimidar a la población.
Complicidad y omisión institucional: un problema estructural
Diversos informes periodísticos y ciudadanos señalan la pasividad de cuerpos de seguridad y autoridades locales ante la existencia de estas cámaras. En algunos casos, se sospecha incluso de colusión, ya que la instalación de equipos de ese tipo requiere tiempo, logística y personal técnico capacitado.
Factores que facilitan la instalación de estas redes
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Corrupción en los mandos policiales
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Falta de supervisión institucional
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Infraestructura urbana abandonada o sin vigilancia
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Amenazas a empleados de telecomunicaciones
La falta de investigación oportuna, la eliminación tardía de estos dispositivos y la escasa judicialización de los casos, refuerzan la percepción de impunidad.
Impacto social: vigilancia, miedo y desplazamiento
La vigilancia criminal no solo sirve como instrumento logístico; también opera como herramienta de control social. Las comunidades que habitan cerca de estas instalaciones clandestinas viven bajo constante temor, lo que ha generado desplazamientos forzados, autocensura y pérdida de la vida comunitaria.
Testimonios de habitantes
“Sabemos que nos están mirando. Las cámaras están ahí arriba en los postes, pero nadie del gobierno hace nada”.
“Ya ni los policías entran a ciertas colonias, porque ellos también están vigilados”.
Este fenómeno erosiona la confianza ciudadana y favorece el arraigo del crimen organizado como una autoridad paralela.
Infiltración tecnológica y sofisticación criminal
El uso de cámaras no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia tecnológica más amplia que incluye:
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Drones de vigilancia y entrega
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Comunicaciones encriptadas mediante radios digitales
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Uso de redes privadas virtuales (VPN)
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Hackeo de cámaras oficiales para desinformación
La seguridad no puede estar subordinada al crimen
Chihuahua vive una situación crítica donde el control del territorio ya no lo tiene el Estado. Mientras las cámaras del crimen siguen activas, la violencia, la impunidad y el miedo ganan terreno. Es imprescindible recuperar la soberanía institucional y devolver la confianza a la ciudadanía. Solo con una estrategia multidimensional, transparente y decidida, será posible revertir esta tendencia y restablecer el estado de derecho.